BLOG - MN JOAQUIM

dom

02

abr

2017

EL SENTIDO DEL SUFRIMIENTO, LA ESPERANZA Y LA RESURRECCIÓN

Hace poco, un amigo con el que colaboro en un blog de comentarios bíblicos interconfesionales que reúne a personas de diversas denominaciones cristianas, me pidió una reflexión sobre el texto de Isaías 50,4-7, un fragmento del tercer canto o poema del Siervo del Señor. No puedo resistirme a transcribirlo y hacer de su comentario el tema de la editorial para esta ocasión:

«El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento. Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente. El Señor me ha dado entendimiento, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas. Ofrecí mis espaldas para que me azotaran, y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y escupían. El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos; por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo.»

Estamos en puerta de la Semana Santa y éste será el texto de la primera lectura de la Misa de Domingo de Ramos. Después de acompañar a Jesucristo en su entrada en Jerusalén, lo acompañaremos también en su Pasión. No hay nada más sugerente en el Antiguo Testamento para meditar la Pasión e Jesús que los poemas del Siervo del Señor, que nos muestran un bellísimo esbozo de la figura del Mesías paciente. El sufrimiento del Señor, que se hace siervo y que asume el dolor de la humanidad para darnos vida, nos sirve de ejemplo y modelo para asumir nosotros el padecimiento y las contrariedades que la vida nos trae; es para todos una escuela de aprendizaje y maduración.

El Siervo sabe que venido para cumplir una misión. Jesucristo quiere hacer en todo la voluntad del Padre, que consiste en que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad (1 Tim 2,4).  El Siervo está atento a escuchar y aparece como un iniciado en el sufrimiento: sus espaldas, sus mejillas, su rostro, se llevan muchos golpes; pero es fuerte, paciente y sabe encajar todo lo que se le echa encima. Sin embargo, lo que propugna la fe cristiana no es el sufrimiento en sí, sino el amor incondicional capaz de llegar hasta las últimas consecuencias y que, por ello, es un amor que sabe asumir el dolor y el sufrimiento cuando es necesario. El Siervo, que ama y sufre, puede acercarse a los que padecen y están abatidos; al compartir su dolor, les podrá decir palabras llenas de aliento. ¿Cómo me acerco yo a los que sufren?, ¿cómo hago de mi vida una ofrenda?

Sin embargo, no se queda todo en decir palabras hermosas. El Siervo asume el sufrimiento hasta el punto de pasar por la muerte para luchar contra los agentes que amenazan la vida humana y vencerlos en su propio terreno. El Siervo confía plenamente en el éxito de su misión, porque sabe que cuenta con la ayuda de Dios. Jesucristo sabe que el Padre lo acredita ante el mundo. Por eso, en la aceptación del sufrimiento por amor hay también una gran dosis de esperanza, y ésta hace nacer la certeza de que la vida es más poderosa que la muerte y que tendrá la última palabra sobre la existencia humana; es el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo el que lo hace posible.

0 comentarios

dom

26

mar

2017

DONAR A LA CONFESSIÓ LA IMPORTÀNCIA QUE ES MEREIX

Avui dia passa que en el cor de molts catòlics hi hagi més preocupació pel futbol, la marxa de la borsa, els accidents de tràfic, les obres que creen desordre en la circulació de les ciutats, la mort d’un famós actor de cine o d’un il·lustre representant del món de la cultura, i molts altres temes… que per la confessió. Cine, futbol, economia, tràfic, obres públiques: són arguments que toquen la nostra vida, que interessen a uns més i a d’altres menys, que fins i tot demanen una reflexió seriosa a la llum dels principis morals. Però, per al cristià, un tema decisiu del qual depèn la vida eterna de milers i milers de persones és el de la confessió.

El sagrament de la penitència, o confessió, és una trobada personal que permet a Déu vessar la seva misericòrdia en el cor penedit. Es tracta, per tant, de la medecina més profunda, més completa i més necessària per a tot ésser humà que ha estat ferit per la desgràcia del pecat. Precisament per això, la confessió ha d’ocupar un lloc molt important en la reflexió dels batejats. ¿Valorem prou aquest sagrament?, ¿reconeixem que ve del Crist?, ¿apreciem la doctrina de l’Església sobre la confessió?, ¿coneixem les seves etapes, els actes que corresponen al penitent, la tasca que ha de realitzar el sacerdot confessor? Sant Joan Maria Vianney sabia molt bé, després de milers i milers de confessions, el que succeïa en aquest magnífic sagrament, i per això va poder dir: «No és el pecador qui torna a Déu per demanar-li perdó, sinó Déu mateix qui va buscant el pecador i el fa tornar cap a Ell».

Cal superar la crisi que ha portat en molts llocs a l’abandó d’aquest sagrament important, i això demana que els sacerdots «es dediquin generosament a escoltar les confessions sagramentals; que guiïn el ramat amb valentia, perquè no s’acomodi a la mentalitat d’aquest món (cf. Rm 12,2), sinó que també sàpiga prendre decisions contracorrent, tot evitant actituds acomodatícies o concessions» (Benet XVI, 11 de març de 2010).

Avui, milers de persones es presentaran davant el tribunal de Déu. ¿Quina millor manera de preparar-se per al trobament amb un Déu que és Amor que fer-ho a través d’una bona confessió? També avui, milers de persones sucumbiran al mal; deixaran que l’avarícia, la supèrbia o la peresa els deixi cecs; actuaran des d’odis o enveges molt profundes; acolliran les carícies enganyoses de les passions de la carn o de la gola desenfrenada. ¿Quin remei millor per esborrar el pecat en la nostra vida i per reprendre la lluita cristiana cap el bé que una confessió sincera, concreta, valenta i plena d’esperança en la misericòrdia divina?

            Si els catòlics donem de debò a la nostra fe el lloc que es mereix en la nostra vida, deixarem de costat gustos, passatemps o fins i tot algunes ocupacions sanes i bones, per trobar aquest moment irrenunciable que ens porta al trobament amb Algú que ens espera i estima. Déu perdona, si li ho demanem amb la humilitat d’un pecador penedit (cf. Lc 18,13). En la simplicitat d’una cita senzilla i envoltada pel misteri de la gràcia, un sacerdot dirà aleshores unes paraules que tenen el poder que només Déu li ha donat: «Els teus pecats són perdonats, ves-te’n en pau».

dom

26

mar

2017

DAR A LA CONFESIÓN SU DEBIDA IMPORTANCIA

Sucede hoy en día que hay más católicos preocupados por el fútbol, las fluctuaciones de la bolsa, los accidentes de tráfico, las obras que provocan caos circulatorio en las ciudades, la muerte de un actor de cine famoso o de un representante ilustre del mundo de la cultura, y por muchos otros temas… que por la confesión. Cine, fútbol, economía, tráfico, obras públicas: son argumentos que afectan a nuestra vida, que interesan a unos más y a otros menos, que incluso piden una reflexión seria a la luz de los principios morales. Pero, para el cristiano, un tema decisivo del que depende la vida eterna de miles y miles de personas es el de la confesión.

El sacramento de la penitencia, o confesión, es un encuentro personal que permite a Dios derramar su misericordia en el corazón arrepentido. Se trata, por tanto, de la medicina más profunda, mas completa y más necesaria para todo ser humano herido por la desgracia del pecado. Precisamente por eso, la confesión debe ocupar un lugar muy importante en la reflexión de los bautizados. ¿Valoramos suficientemente este sacramento?, ¿reconocemos que viene de Cristo?, ¿apreciamos la doctrina de la Iglesia sobre la confesión?, ¿conocemos sus etapas, los actos que corresponden al penitente, la tarea que debe realizar el sacerdote confesor? San Juan María Vianney sabía muy bien, después de miles y miles de confesiones, lo que sucedía en este magnífico sacramento, y por eso pudo decir: «No es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios mismo quien busca al pecador y lo hace volver hacia Él».

Es preciso superar la crisis que ha comportado en muchos sitios el abandono de este sacramento importante, y eso requiere que los sacerdotes «se dediquen con generosidad a oír las confesiones sacramentales; que guíen valientemente el rebaño, para que no se acomode a la mentalidad de este mundo (cf. Rm 12,2), sino que sepa tomar decisiones a contracorriente, evitando actitudes acomodaticias o concesiones» (Benedicto XVI, 11 de marzo de 2010).

Hoy, miles de personas se presentarán ante el tribunal de Dios. ¿Qué mejor modo de prepararse para el encuentro con un Dios que es Amor que hacerlo a través de una buena confesión? También hoy, miles de personas sucumbirán al mal; dejarán que la avaricia, la soberbia o la pereza los deje ciegos; actuarán llenos de odios o envidias muy profundas; acogerán las caricias engañosas de las pasiones carnales o de la gula desenfrenada. ¿Qué mejor remedio para borrar el pecado en nuestra vida y para reemprender la lucha cristiana por el bien que una confesión sincera, concreta, valiente y llena de esperanza en la misericordia divina?

Si los católicos damos de veras a nuestra fe el lugar que le corresponde, dejaremos de lado gustos, pasatiempos o incluso algunas ocupaciones sanas y buenas, para hallar este momento irrenunciable que nos lleva a encontrarnos con Alguien que nos espera y nos ama. Dios perdona si se lo pedimos con la humildad de un pecador arrepentido (cf. Lc 18,13). En la simplicidad de una cita sencilla y rodeada por el misterio de la gracia, un sacerdote dirá entonces unas palabras que tienen el poder que solamente Dios le ha dado: «Tus pecados quedan perdonados, vete en paz».

sáb

11

mar

2017

L'AMOR ALS ENEMICS

Jesucrist ens ha ensenyat que l’amor al proïsme s’ha d’estendre també als enemics; per estimar-los, he de saber qui són. Provaré d’enumerar algunes categories.

1) El diferent. No té els meus gustos ni les meves idees, no comparteix el meu punt de vista ni els meus esquemes. Amb ell no sembla possible ni un petit enteniment. No ens podem suportar –sense que hi hagi cap mala voluntat–. Entre nosaltres hi ha incompatibilitat de caràcters, de mentalitat i de temperament. La nostra proximitat és font d’incomprensions i sofriments continuats.

2) L’adversari. Sempre està en contra meva i té una postura hostil de desafiament. En qualsevol discussió sempre em rebat. Em critica tossudament tot el que faig i tot el que proposo. La seva tasca és contradir les meves idees i iniciatives. No em perdona res, no em deixa passar ni una, és un mur d’hostilitat.

3) El pesat. Té el poder d’irritar-me fins a l’exasperació. Es diverteix fent-me perdre el temps, es fica pel mig en els moments més inoportuns i pels motius més banals. Pedant, insuportable, xafarder, curiós, indiscret. M’obliga a sentir tabarres interminables i confuses. M’envesteix amb una torrentera de xerrameca per explicar-me una bestiesa que em sé de memòria. M’explica les seves minúscules penes que dramatitza fins a fer-les tragèdies de proporcions còsmiques. No té cap mena de respecte pel meu temps, les meves obligacions i el meu cansament. És més, troba gust en tenir-me presoner en la seva teranyina de ximpleries.

4) L’astut. És deslleial, especialista en bromes pesades, de doble joc per vocació. M’arrenca una confidència per anar-la a vendre immediatament a qui en té interès. Per davant, em fa cara d’afable, benèvol, cordial i somrient, però després per darrera em clava una punyalada. Em diu una cosa, pensa una altra i fa una tercera. A davant em lloa exageradament; però després, quan no hi sóc, em destrueix amb una crítica despietada. És el clàssic individu de qui hom no es pot fiar. Llença la pedra i amaga la mà.

5) El perseguidor. Em fa mal intencionadament, amb la calúmnia, la maledicència, la insinuació molesta i la gelosia desenfrenada. Gaudeix humiliant-me i no em deixa tranquil amb la seva malignitat.

Després d’haver-los catalogat, ¿com m’hi he de comportar? La primera cosa que cal és reconèixer-los lúcidament i honrada. Només si marco el camp enemic, assenyalaré també el camp de la meva estimació. L’amor cristià s’ha d’internar també fins al territori enemic, no pot pas quedar-se aturat en el “pròxim”. A més, cal no acceptar aquesta situació d’enemistat com a definitiva i immutable, sinó que cal comprometre’s a remoure-la, i encarar-la cap a una altra direcció. Per això estic disposat a qualsevol sacrifici per part meva per girar-la i transformar-la en una situació d’amor i d’amistat. I si en alguna circumstància em sento atrapat per un sentiment de desànim, perquè l’empresa em sembla desesperada, llavors miro la creu i m’adono que a través de la creu del Crist ha entrat al món una possibilitat infinita de reconciliació. També el meu enemic és un d’aquells pels quals el Crist ha donat la seva vida. Vora la creu, l’enemic és un germà de sang, la sang del Crist.

0 comentarios

sáb

11

mar

2017

AMAR A LOS ENEMIGOS

AMAR A LOS ENEMIGOS

 

Jesucristo nos enseña que el amor al prójimo se extiende también a los enemigos; he de saber quiénes son para poderlos amar. Procuraré describir algunas categorías.

1) El diferente. No tiene mis gustos ni mis ideas, no comparte mi punto de vista ni mis esquemas. No parece que podamos entendernos en lo más mínimo. No podemos soportarnos –sin que medie mala voluntad–. Entre nosotros hay incompatibilidad de caracteres, de mentalidad y de temperamento. Nuestra proximidad es fuente de incomprensiones y sufrimientos continuos.

2) El adversario. Siempre está contra mí y me desafía con hostilidad. En cualquier discusión me rebate siempre. Critica tercamente todo lo que hago y todas mis propuestas. Su tarea es contradecir mis ideas e iniciativas. No me perdona nada, no me deja pasar ni una, es un muro de hostilidad.

3) El pelmazo. Tiene el poder de irritarme hasta la exasperación. Se divierte haciéndome perder el tiempo, se entromete en los momentos más inoportunos y por los motivos más banales. Pedante, insoportable, chafardero, curioso, indiscreto. Me obliga a oír tabarras interminables y confusas. Me embiste con un torrente de charlatanería para explicarme tonterías que conozco de memoria. Me explica sus minúsculas penas que dramatiza hasta convertirlas en tragedias de dimensiones cósmicas. No tiene respeto alguno por mi tiempo, mis obligaciones y mi cansancio. Es más, disfruta teniéndome prisionero en su telaraña de estupideces.

4) El astuto. Es desleal, especialista en bromas pesadas; por vocación, juega con dos barajas. Me arranca una confidencia para ir a venderla de inmediato a quien le interesa. Por delante me pone cara amable, benévola, cordial y sonriente; pero después me apuñala por la espalda. Me dice una cosa, piensa otra y hace una tercera. En mi presencia me alaba con exageración, pero en mi ausencia me destruye con una crítica despiadada. Es el típico individuo del que no te puedes fiar. Tira la piedra y esconde la mano.

5) El perseguidor. Me daña intencionadamente, con la calumnia, la maledicencia, la insinuación molesta y los celos desenfrenados. Disfruta humillándome y no me deja tranquilo con su malignidad.

Después de catalogarlos, ¿cómo debo comportarme? Lo primero que debo hacer es reconocerlos lúcida y honradamente. Sólo si marco el campo enemigo, señalaré también el terreno de mi amor. El amor cristiano debe internarse también en territorio enemigo, no puede quedarse parado en el “próximo”. Además, no debo aceptar esta situación de enemistad como definitiva e inmutable, sino que debo comprometerme a removerla y encaminarla en otra dirección. Por eso estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio para darle la vuelta y transformarla en una situación de amor y amistad. Y si por alguna circunstancia me siento atrapado por un sentimiento de desánimo, porque me parece una empresa desesperada, entonces miraré la cruz y me daré cuenta de a través de la cruz de Cristo ha entrado en el mundo una posibilidad infinita de reconciliación. También mi enemigo es alguien por quien Cristo ha dado su vida. Junto a la cruz, mi enemigo es un hermano de sangre, la sangre de Cristo.

0 comentarios

lun

20

may

2013

PENTECOSTÉS - P JOAQUIM MESEGUER GARCÍA

1ª LECTURA Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (He 2,1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al oír el ruido, la multitud se reunió y se quedó estupefacta, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Fuera de sí todos por aquella maravilla, decían: «¿No son galileos todos los que hablan? Pues, ¿cómo nosotros los oímos cada uno en nuestra lengua materna? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de Libia y de Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las grandezas de Dios».

 

SALMO RESPONSORIAL (104)

Bendice, alma mía, al Señor.

Señor, Dios mío, qué grande eres.

Vestido de esplendor y majestad,

 

Qué numerosas son, Señor, tus obras;

todas las has hecho con sabiduría,

la tierra está llena de tus criaturas.

 

si escondes tu rostro, se acobardan;

si retiras tu soplo, expiran y retornan al polvo;

si envías tu soplo, son creados,

y renuevas la faz de la tierra.

 

La gloria del Señor es eterna,

el Señor se complace en sus obras.

Ojalá le agrade mi poema,

pues sólo en él encuentro mi alegría.

 

2ª LECTURA Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios(1Cor 12,3b-7,12-13)

Hermanos: Os manifiesto que nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no es movido por el Espíritu. Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de funciones, pero el mismo Señor; diversidad de actividades, pero el mismo Dios, que lo hace todo en todos. A cada cual se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido del mismo Espíritu.

 

EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Juan (Jn 20,19-23)

En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!». Y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Él repitió: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros». Después sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos».

 

 

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

 

Las religiones del mundo antiguo solían ser cultos locales. Los egipcios, por ejemplo, adoraban a Isis y Osiris. La ciudad de Atenas fue llamada así en honor a la diosa Atenea. Éfeso era el centro del culto a Artemisa. Incluso los israelitas veían su religión como algo exclusivamente nacional. Ahora bien, cuando la Iglesia se manifestó al mundo en Pentecostés, fue constituida por gente de todas las naciones que escucharon la buena noticia, cada uno en su idioma. El plan de Dios era que toda la humanidad fuera una gran familia. El pecado nos había divido y diseminado por toda la tierra, pero ahora al contrario de lo ocurrido en la historia de la Torre de Babel, la diversidad de lenguas en la raza humana se convierte en símbolo de unidad, no de alienación. Cristo había muerto por todos y envió a sus apóstoles, llenos del Espíritu Santo, a todas las naciones. Por lo tanto su Iglesia no debía ser una secta para unos pocos elegidos sino una comunidad abierta para hombres y mujeres de toda nación, raza, pueblo y lengua. Por esta razón, muy pronto se dio a la Iglesia el apelativo de “católica”, palabra de origen griego que significa “universal”, “total”. La Iglesia Católica pone la “totalidad” del tesoro de Cristo disponible a la “universalidad” de las personas, y en ella se da la riqueza de la plenitud de los dones del Espíritu. Fijaos bien que, en el Credo, la profesión sobre la Iglesia viene inmediatamente después de haber expresado nuestra fe en el Espíritu Santo.

Pero, ¿acaso no tenemos una responsabilidad especial para con nuestra familia, comunidad y nación? Sí, ciertamente. No podemos salvar al mundo si nuestras familias, nuestros vecinos o nuestra sociedad están mal. Sin embargo, la verdadera caridad cristiana no se puede parar aquí. El horizonte de nuestros corazones debe extenderse más allá de nuestras familias y nuestras fronteras patrias. Nuestros corazones no son infinitos como el de Dios; nuestro tiempo, energía y recursos financieros son limitados. Pero cada persona y familia católica que desea ser digna de este nombre debe encontrar algún modo de extender las obras de misericordia aunque sea de manera modesta. No tenemos que ir lejos para darnos cuenta de las necesidades del mundo. Los noticieros, la radio, la televisión y el internet nos traen los sectores necesitados del mundo a casa. Podríamos escribir una larga lista de necesidades que se nos presentan, pero, ¿qué podemos hacer al respecto?

1. Ora. La intercesión es una de las obras espirituales de misericordia. El patrón de nuestras oraciones personales y familiares está establecido por la liturgia de la Iglesia: la oración de los fieles es llamada “Oración Universal”, puesto que presenta las necesidades de la Iglesia y de la humanidad a Dios nuestro Padre. Ora diariamente por las intenciones del Papa, que son universales, y también por las necesidades fuera de las fronteras de tu tierra.

2. Ayuda a los cristianos perseguidos. Alrededor del mundo, muchos hermanos nuestros son perseguidos e incluso martirizados diariamente a causa de su fe. Podemos apoyar económicamente a Ayuda a la Iglesia necesitada y, a través de esta asociación, escribir cartas a cristianos perseguidos o encarcelados. Por medio de internet podemos firmar manifiestos para ayudar a liberar a muchos de nuestros hermanos.

3. Alimenta al pobre. Cáritas os agradece mucho toda la ayuda que podáis dar en dinero o en especie. Sé de otros que colaboráis con organizaciones de ayuda al Tercer Mundo. Todo esto es muy necesario y meritorio.

4. Ayuda a los misioneros. Millones de personas en la tierra no han oído nunca el Evangelio ni conocen a Jesucristo. El Papa Pablo VI escribió una carta apostólica sobre la evangelización en el mundo moderno enfatizando una vez más la necesidad de predicar el Evangelio a todas las naciones. No todo el mundo será llamado a anunciar el Evangelio a países lejanos, pero todos somos emplazados a anunciar el mensaje de Jesús en nuestro ambiente y de ayudar a las misiones de la Iglesia.

Éstas cuatro propuestas quieren ser una aplicación práctica de las palabras de Jesús: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»; de este modo, impulsados por el Espíritu Santo, realizaremos la comunión y la misión en la vida de la Iglesia y trabajaremos para la transformación del mundo.

 

jue

16

may

2013

LIBRO DE MN. JOAQUIM - ATRAÍDOS POR DIOS

Los clásicos Ejercicios Espirituales ignacianos bajo la guía de San Agustín.

Compra online en Bubok
Compra online en Bubok

jue

25

abr

2013

¿Valoras tu puesto en la vida?

Érase dos piedrecitas que vivían en medio de otras en el lecho de un torrente. Se distinguían de las demás por su color azul intenso. Cuando les daba el sol brillaban como dos pedacitos de cielo caídos en el agua.

Muy a menudo conversaban sobre qué llegarían a ser el día que alguien las descubriera: «Nos pondrán en la corona de una reina», se decían una a otra. Por fin, un día alguien las recogió. Durante unas semanas pasaron mucho calor dentro de una caja, hasta que alguien las agarró y las incrustó en una pared, lo mismo que con las demás piedras, poniéndolas en un lecho de cemenzo pegadizo. Lloraron y suplicaron, maldijeron, insultaron y amenazaron, pero dos martillazos las hundieron aún más en el cemento. A partir de aquel día sólo pensaban en huir. Se hicieron amigas de un hilo de agua que de vez en cuando corría por encima de ellas, y las piedrecitas le decían: «Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de esta pared maldita». Así lo hizo el hilo de agua y, al cabo de unos meses, las piedrecitas ya se movían un poco en su lecho. Al fin, en una noche húmeda, ambas piderecitas cayeron y, una vez en el suelo, miraron hacia la pared que había sido su prisión. La luz de la luna iluminaba un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de colores formaban la figura de Jesucristo. Pero en el rostro del Señor había algo raro: estaba ciego. Las dos piedrecitas lo comprendieron entonces: ahora se daban cuenta de que ellas eran las pupilas de los ojos de Cristo…

A la mañana siguiente, el guardián, distraído, tropezó con algo extraño en el suelo. Se puso a barrer en la penumbra; con la escoba recogió las dos piedrecitas y las tiró al cubo de la basura. ¡Qué final tan triste cuando podría haber sido tan glorioso si las piedrecitas hubieran tenido otra visión! Todos somos como piedrecitas qeu forman parte de un mosaico. ¿Cuál eas tu función en el mosaico en el que estás? Jesucristo tiene un maravilloso plan para cada uno de nosotros. Él tiene un puesto para ti, en el que podrás gozar de la bienaventuranza de ser útil en su obra. ¿No entiendes por qué estás donde estás? Preguntale a Él "para qué" estás. No preguntes "por qué", sino "para qué". Estés donde estés, te darás cuenta de que la mayor satisfacción en esta vida es hacer la voluntad de Dios. «¡Muy bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, yo te daré un cargo mayor. Entra a celebrarlo con tu Señor» (Mateo 25,21), son palabras pronunciadas por el Señor Jesucristo que se harán realidad en tu vida.

sáb

03

nov

2012

¿Valores el teu lloc a la vida?

 

Hi havia dues pedretes que vivien enmig d’altres al llit d’una torrentera. Es distingien de les altres pel seu color blau intens. Quan els hi tocava el sol brillaven com dos bocins de cel caiguts a l’aigua.

Tot sovint conversaven sobre allò que serien quan algú les descobrís: «Formarem part de la corona d’una reina», es deien l’una a l’altra. Finalment, un dia algú les va recollir. Durant unes setmanes van passar molta calor a dins d’una capsa, fins que algú les va agafar i les va incrustar a una paret, igual que amb altres pedres, ficant-les a dins d’un llit de ciment enganxós. Van plorar i suplicar, van maleir, insultar i amenaçar, però dos cops de martell les van enfonsar encara més a dins del ciment. Des d’aquell dia no van pensar en cap altra cosa més que en fugir. Es van fer amigues d’un fil d’aigua que de tant en tant corria per damunt d’elles i les pedretes li deien: «Filtra’t per sota nostre i arrenca’ns d’aquesta paret maleïda». Així ho va fer el fil d’aigua i al cap d’uns mesos les pedretes ja ballaven una mica al seu llit. Finalment, en una nit humida, les dues pedretes van caure i, jaient a ter-ra, van fer una mirada cap al mur que havia estat llur presó. La llum de la lluna il·luminava un esplèndid mosaic. Mil·lers de pedretes de tots els colors formaven la figura de Jesucrist. Però en el rostre del Senyor hi havia quelcom d’estrany: estava cec. Les dues pedretes van comprendre aleshores: ara se n’adonaven que elles eren les ninetes

dels ulls del Crist...
Al matí següent, el guardià, distret, va ensopegar amb una cosa estranya al terra. En la penombra es va posar a escombrar; amb l’escombra va recollir les dues pedretes i les va llençar al pot de les escombraries. ¡Quin final tan trist quan podria haver estat gloriós si les pedretes haguessin tingut una altra visió! Tots nosaltres som com pedretes que formen part d’un mosaic. ¿Quina és la teva funció en el mosaic on ets? Jesucrist té un pla meravellós per a cada un de nosaltes. Ell té un lloc en aquest món per a tu, on puguis gaudir de la benaurança de ser útil en la seva obra. ¿No entens per què ets on ets? Pregunta-li a Ell “per a què” hi ets. No preguntis “per què”, sinó “per a què”. Siguis on siguis, veuràs que no hi ha satisfacció més gran en aquesta vida que fer la voluntat de Déu. «Molt bé, servent bo i fidel! Has estat fidel en poca cosa; jo t'encomanaré molt més. Entra al goig del teu Senyor» (Mateu 25,21) són paraules pronunciades pel Senyor Jesucrist, que es faran realitat en la teva vida. 

 

1 comentarios

dom

02

abr

2017

EL SENTIDO DEL SUFRIMIENTO, LA ESPERANZA Y LA RESURRECCIÓN

Hace poco, un amigo con el que colaboro en un blog de comentarios bíblicos interconfesionales que reúne a personas de diversas denominaciones cristianas, me pidió una reflexión sobre el texto de Isaías 50,4-7, un fragmento del tercer canto o poema del Siervo del Señor. No puedo resistirme a transcribirlo y hacer de su comentario el tema de la editorial para esta ocasión:

«El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento. Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente. El Señor me ha dado entendimiento, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas. Ofrecí mis espaldas para que me azotaran, y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y escupían. El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos; por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo.»

Estamos en puerta de la Semana Santa y éste será el texto de la primera lectura de la Misa de Domingo de Ramos. Después de acompañar a Jesucristo en su entrada en Jerusalén, lo acompañaremos también en su Pasión. No hay nada más sugerente en el Antiguo Testamento para meditar la Pasión e Jesús que los poemas del Siervo del Señor, que nos muestran un bellísimo esbozo de la figura del Mesías paciente. El sufrimiento del Señor, que se hace siervo y que asume el dolor de la humanidad para darnos vida, nos sirve de ejemplo y modelo para asumir nosotros el padecimiento y las contrariedades que la vida nos trae; es para todos una escuela de aprendizaje y maduración.

El Siervo sabe que venido para cumplir una misión. Jesucristo quiere hacer en todo la voluntad del Padre, que consiste en que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad (1 Tim 2,4).  El Siervo está atento a escuchar y aparece como un iniciado en el sufrimiento: sus espaldas, sus mejillas, su rostro, se llevan muchos golpes; pero es fuerte, paciente y sabe encajar todo lo que se le echa encima. Sin embargo, lo que propugna la fe cristiana no es el sufrimiento en sí, sino el amor incondicional capaz de llegar hasta las últimas consecuencias y que, por ello, es un amor que sabe asumir el dolor y el sufrimiento cuando es necesario. El Siervo, que ama y sufre, puede acercarse a los que padecen y están abatidos; al compartir su dolor, les podrá decir palabras llenas de aliento. ¿Cómo me acerco yo a los que sufren?, ¿cómo hago de mi vida una ofrenda?

Sin embargo, no se queda todo en decir palabras hermosas. El Siervo asume el sufrimiento hasta el punto de pasar por la muerte para luchar contra los agentes que amenazan la vida humana y vencerlos en su propio terreno. El Siervo confía plenamente en el éxito de su misión, porque sabe que cuenta con la ayuda de Dios. Jesucristo sabe que el Padre lo acredita ante el mundo. Por eso, en la aceptación del sufrimiento por amor hay también una gran dosis de esperanza, y ésta hace nacer la certeza de que la vida es más poderosa que la muerte y que tendrá la última palabra sobre la existencia humana; es el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo el que lo hace posible.

0 comentarios

dom

26

mar

2017

DONAR A LA CONFESSIÓ LA IMPORTÀNCIA QUE ES MEREIX

Avui dia passa que en el cor de molts catòlics hi hagi més preocupació pel futbol, la marxa de la borsa, els accidents de tràfic, les obres que creen desordre en la circulació de les ciutats, la mort d’un famós actor de cine o d’un il·lustre representant del món de la cultura, i molts altres temes… que per la confessió. Cine, futbol, economia, tràfic, obres públiques: són arguments que toquen la nostra vida, que interessen a uns més i a d’altres menys, que fins i tot demanen una reflexió seriosa a la llum dels principis morals. Però, per al cristià, un tema decisiu del qual depèn la vida eterna de milers i milers de persones és el de la confessió.

El sagrament de la penitència, o confessió, és una trobada personal que permet a Déu vessar la seva misericòrdia en el cor penedit. Es tracta, per tant, de la medecina més profunda, més completa i més necessària per a tot ésser humà que ha estat ferit per la desgràcia del pecat. Precisament per això, la confessió ha d’ocupar un lloc molt important en la reflexió dels batejats. ¿Valorem prou aquest sagrament?, ¿reconeixem que ve del Crist?, ¿apreciem la doctrina de l’Església sobre la confessió?, ¿coneixem les seves etapes, els actes que corresponen al penitent, la tasca que ha de realitzar el sacerdot confessor? Sant Joan Maria Vianney sabia molt bé, després de milers i milers de confessions, el que succeïa en aquest magnífic sagrament, i per això va poder dir: «No és el pecador qui torna a Déu per demanar-li perdó, sinó Déu mateix qui va buscant el pecador i el fa tornar cap a Ell».

Cal superar la crisi que ha portat en molts llocs a l’abandó d’aquest sagrament important, i això demana que els sacerdots «es dediquin generosament a escoltar les confessions sagramentals; que guiïn el ramat amb valentia, perquè no s’acomodi a la mentalitat d’aquest món (cf. Rm 12,2), sinó que també sàpiga prendre decisions contracorrent, tot evitant actituds acomodatícies o concessions» (Benet XVI, 11 de març de 2010).

Avui, milers de persones es presentaran davant el tribunal de Déu. ¿Quina millor manera de preparar-se per al trobament amb un Déu que és Amor que fer-ho a través d’una bona confessió? També avui, milers de persones sucumbiran al mal; deixaran que l’avarícia, la supèrbia o la peresa els deixi cecs; actuaran des d’odis o enveges molt profundes; acolliran les carícies enganyoses de les passions de la carn o de la gola desenfrenada. ¿Quin remei millor per esborrar el pecat en la nostra vida i per reprendre la lluita cristiana cap el bé que una confessió sincera, concreta, valenta i plena d’esperança en la misericòrdia divina?

            Si els catòlics donem de debò a la nostra fe el lloc que es mereix en la nostra vida, deixarem de costat gustos, passatemps o fins i tot algunes ocupacions sanes i bones, per trobar aquest moment irrenunciable que ens porta al trobament amb Algú que ens espera i estima. Déu perdona, si li ho demanem amb la humilitat d’un pecador penedit (cf. Lc 18,13). En la simplicitat d’una cita senzilla i envoltada pel misteri de la gràcia, un sacerdot dirà aleshores unes paraules que tenen el poder que només Déu li ha donat: «Els teus pecats són perdonats, ves-te’n en pau».

dom

26

mar

2017

DAR A LA CONFESIÓN SU DEBIDA IMPORTANCIA

Sucede hoy en día que hay más católicos preocupados por el fútbol, las fluctuaciones de la bolsa, los accidentes de tráfico, las obras que provocan caos circulatorio en las ciudades, la muerte de un actor de cine famoso o de un representante ilustre del mundo de la cultura, y por muchos otros temas… que por la confesión. Cine, fútbol, economía, tráfico, obras públicas: son argumentos que afectan a nuestra vida, que interesan a unos más y a otros menos, que incluso piden una reflexión seria a la luz de los principios morales. Pero, para el cristiano, un tema decisivo del que depende la vida eterna de miles y miles de personas es el de la confesión.

El sacramento de la penitencia, o confesión, es un encuentro personal que permite a Dios derramar su misericordia en el corazón arrepentido. Se trata, por tanto, de la medicina más profunda, mas completa y más necesaria para todo ser humano herido por la desgracia del pecado. Precisamente por eso, la confesión debe ocupar un lugar muy importante en la reflexión de los bautizados. ¿Valoramos suficientemente este sacramento?, ¿reconocemos que viene de Cristo?, ¿apreciamos la doctrina de la Iglesia sobre la confesión?, ¿conocemos sus etapas, los actos que corresponden al penitente, la tarea que debe realizar el sacerdote confesor? San Juan María Vianney sabía muy bien, después de miles y miles de confesiones, lo que sucedía en este magnífico sacramento, y por eso pudo decir: «No es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios mismo quien busca al pecador y lo hace volver hacia Él».

Es preciso superar la crisis que ha comportado en muchos sitios el abandono de este sacramento importante, y eso requiere que los sacerdotes «se dediquen con generosidad a oír las confesiones sacramentales; que guíen valientemente el rebaño, para que no se acomode a la mentalidad de este mundo (cf. Rm 12,2), sino que sepa tomar decisiones a contracorriente, evitando actitudes acomodaticias o concesiones» (Benedicto XVI, 11 de marzo de 2010).

Hoy, miles de personas se presentarán ante el tribunal de Dios. ¿Qué mejor modo de prepararse para el encuentro con un Dios que es Amor que hacerlo a través de una buena confesión? También hoy, miles de personas sucumbirán al mal; dejarán que la avaricia, la soberbia o la pereza los deje ciegos; actuarán llenos de odios o envidias muy profundas; acogerán las caricias engañosas de las pasiones carnales o de la gula desenfrenada. ¿Qué mejor remedio para borrar el pecado en nuestra vida y para reemprender la lucha cristiana por el bien que una confesión sincera, concreta, valiente y llena de esperanza en la misericordia divina?

Si los católicos damos de veras a nuestra fe el lugar que le corresponde, dejaremos de lado gustos, pasatiempos o incluso algunas ocupaciones sanas y buenas, para hallar este momento irrenunciable que nos lleva a encontrarnos con Alguien que nos espera y nos ama. Dios perdona si se lo pedimos con la humildad de un pecador arrepentido (cf. Lc 18,13). En la simplicidad de una cita sencilla y rodeada por el misterio de la gracia, un sacerdote dirá entonces unas palabras que tienen el poder que solamente Dios le ha dado: «Tus pecados quedan perdonados, vete en paz».

sáb

11

mar

2017

L'AMOR ALS ENEMICS

Jesucrist ens ha ensenyat que l’amor al proïsme s’ha d’estendre també als enemics; per estimar-los, he de saber qui són. Provaré d’enumerar algunes categories.

1) El diferent. No té els meus gustos ni les meves idees, no comparteix el meu punt de vista ni els meus esquemes. Amb ell no sembla possible ni un petit enteniment. No ens podem suportar –sense que hi hagi cap mala voluntat–. Entre nosaltres hi ha incompatibilitat de caràcters, de mentalitat i de temperament. La nostra proximitat és font d’incomprensions i sofriments continuats.

2) L’adversari. Sempre està en contra meva i té una postura hostil de desafiament. En qualsevol discussió sempre em rebat. Em critica tossudament tot el que faig i tot el que proposo. La seva tasca és contradir les meves idees i iniciatives. No em perdona res, no em deixa passar ni una, és un mur d’hostilitat.

3) El pesat. Té el poder d’irritar-me fins a l’exasperació. Es diverteix fent-me perdre el temps, es fica pel mig en els moments més inoportuns i pels motius més banals. Pedant, insuportable, xafarder, curiós, indiscret. M’obliga a sentir tabarres interminables i confuses. M’envesteix amb una torrentera de xerrameca per explicar-me una bestiesa que em sé de memòria. M’explica les seves minúscules penes que dramatitza fins a fer-les tragèdies de proporcions còsmiques. No té cap mena de respecte pel meu temps, les meves obligacions i el meu cansament. És més, troba gust en tenir-me presoner en la seva teranyina de ximpleries.

4) L’astut. És deslleial, especialista en bromes pesades, de doble joc per vocació. M’arrenca una confidència per anar-la a vendre immediatament a qui en té interès. Per davant, em fa cara d’afable, benèvol, cordial i somrient, però després per darrera em clava una punyalada. Em diu una cosa, pensa una altra i fa una tercera. A davant em lloa exageradament; però després, quan no hi sóc, em destrueix amb una crítica despietada. És el clàssic individu de qui hom no es pot fiar. Llença la pedra i amaga la mà.

5) El perseguidor. Em fa mal intencionadament, amb la calúmnia, la maledicència, la insinuació molesta i la gelosia desenfrenada. Gaudeix humiliant-me i no em deixa tranquil amb la seva malignitat.

Després d’haver-los catalogat, ¿com m’hi he de comportar? La primera cosa que cal és reconèixer-los lúcidament i honrada. Només si marco el camp enemic, assenyalaré també el camp de la meva estimació. L’amor cristià s’ha d’internar també fins al territori enemic, no pot pas quedar-se aturat en el “pròxim”. A més, cal no acceptar aquesta situació d’enemistat com a definitiva i immutable, sinó que cal comprometre’s a remoure-la, i encarar-la cap a una altra direcció. Per això estic disposat a qualsevol sacrifici per part meva per girar-la i transformar-la en una situació d’amor i d’amistat. I si en alguna circumstància em sento atrapat per un sentiment de desànim, perquè l’empresa em sembla desesperada, llavors miro la creu i m’adono que a través de la creu del Crist ha entrat al món una possibilitat infinita de reconciliació. També el meu enemic és un d’aquells pels quals el Crist ha donat la seva vida. Vora la creu, l’enemic és un germà de sang, la sang del Crist.

0 comentarios

sáb

11

mar

2017

AMAR A LOS ENEMIGOS

AMAR A LOS ENEMIGOS

 

Jesucristo nos enseña que el amor al prójimo se extiende también a los enemigos; he de saber quiénes son para poderlos amar. Procuraré describir algunas categorías.

1) El diferente. No tiene mis gustos ni mis ideas, no comparte mi punto de vista ni mis esquemas. No parece que podamos entendernos en lo más mínimo. No podemos soportarnos –sin que medie mala voluntad–. Entre nosotros hay incompatibilidad de caracteres, de mentalidad y de temperamento. Nuestra proximidad es fuente de incomprensiones y sufrimientos continuos.

2) El adversario. Siempre está contra mí y me desafía con hostilidad. En cualquier discusión me rebate siempre. Critica tercamente todo lo que hago y todas mis propuestas. Su tarea es contradecir mis ideas e iniciativas. No me perdona nada, no me deja pasar ni una, es un muro de hostilidad.

3) El pelmazo. Tiene el poder de irritarme hasta la exasperación. Se divierte haciéndome perder el tiempo, se entromete en los momentos más inoportunos y por los motivos más banales. Pedante, insoportable, chafardero, curioso, indiscreto. Me obliga a oír tabarras interminables y confusas. Me embiste con un torrente de charlatanería para explicarme tonterías que conozco de memoria. Me explica sus minúsculas penas que dramatiza hasta convertirlas en tragedias de dimensiones cósmicas. No tiene respeto alguno por mi tiempo, mis obligaciones y mi cansancio. Es más, disfruta teniéndome prisionero en su telaraña de estupideces.

4) El astuto. Es desleal, especialista en bromas pesadas; por vocación, juega con dos barajas. Me arranca una confidencia para ir a venderla de inmediato a quien le interesa. Por delante me pone cara amable, benévola, cordial y sonriente; pero después me apuñala por la espalda. Me dice una cosa, piensa otra y hace una tercera. En mi presencia me alaba con exageración, pero en mi ausencia me destruye con una crítica despiadada. Es el típico individuo del que no te puedes fiar. Tira la piedra y esconde la mano.

5) El perseguidor. Me daña intencionadamente, con la calumnia, la maledicencia, la insinuación molesta y los celos desenfrenados. Disfruta humillándome y no me deja tranquilo con su malignidad.

Después de catalogarlos, ¿cómo debo comportarme? Lo primero que debo hacer es reconocerlos lúcida y honradamente. Sólo si marco el campo enemigo, señalaré también el terreno de mi amor. El amor cristiano debe internarse también en territorio enemigo, no puede quedarse parado en el “próximo”. Además, no debo aceptar esta situación de enemistad como definitiva e inmutable, sino que debo comprometerme a removerla y encaminarla en otra dirección. Por eso estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio para darle la vuelta y transformarla en una situación de amor y amistad. Y si por alguna circunstancia me siento atrapado por un sentimiento de desánimo, porque me parece una empresa desesperada, entonces miraré la cruz y me daré cuenta de a través de la cruz de Cristo ha entrado en el mundo una posibilidad infinita de reconciliación. También mi enemigo es alguien por quien Cristo ha dado su vida. Junto a la cruz, mi enemigo es un hermano de sangre, la sangre de Cristo.

0 comentarios

lun

20

may

2013

PENTECOSTÉS - P JOAQUIM MESEGUER GARCÍA

1ª LECTURA Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (He 2,1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al oír el ruido, la multitud se reunió y se quedó estupefacta, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Fuera de sí todos por aquella maravilla, decían: «¿No son galileos todos los que hablan? Pues, ¿cómo nosotros los oímos cada uno en nuestra lengua materna? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de Libia y de Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las grandezas de Dios».

 

SALMO RESPONSORIAL (104)

Bendice, alma mía, al Señor.

Señor, Dios mío, qué grande eres.

Vestido de esplendor y majestad,

 

Qué numerosas son, Señor, tus obras;

todas las has hecho con sabiduría,

la tierra está llena de tus criaturas.

 

si escondes tu rostro, se acobardan;

si retiras tu soplo, expiran y retornan al polvo;

si envías tu soplo, son creados,

y renuevas la faz de la tierra.

 

La gloria del Señor es eterna,

el Señor se complace en sus obras.

Ojalá le agrade mi poema,

pues sólo en él encuentro mi alegría.

 

2ª LECTURA Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios(1Cor 12,3b-7,12-13)

Hermanos: Os manifiesto que nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no es movido por el Espíritu. Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de funciones, pero el mismo Señor; diversidad de actividades, pero el mismo Dios, que lo hace todo en todos. A cada cual se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido del mismo Espíritu.

 

EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Juan (Jn 20,19-23)

En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!». Y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Él repitió: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros». Después sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos».

 

 

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

 

Las religiones del mundo antiguo solían ser cultos locales. Los egipcios, por ejemplo, adoraban a Isis y Osiris. La ciudad de Atenas fue llamada así en honor a la diosa Atenea. Éfeso era el centro del culto a Artemisa. Incluso los israelitas veían su religión como algo exclusivamente nacional. Ahora bien, cuando la Iglesia se manifestó al mundo en Pentecostés, fue constituida por gente de todas las naciones que escucharon la buena noticia, cada uno en su idioma. El plan de Dios era que toda la humanidad fuera una gran familia. El pecado nos había divido y diseminado por toda la tierra, pero ahora al contrario de lo ocurrido en la historia de la Torre de Babel, la diversidad de lenguas en la raza humana se convierte en símbolo de unidad, no de alienación. Cristo había muerto por todos y envió a sus apóstoles, llenos del Espíritu Santo, a todas las naciones. Por lo tanto su Iglesia no debía ser una secta para unos pocos elegidos sino una comunidad abierta para hombres y mujeres de toda nación, raza, pueblo y lengua. Por esta razón, muy pronto se dio a la Iglesia el apelativo de “católica”, palabra de origen griego que significa “universal”, “total”. La Iglesia Católica pone la “totalidad” del tesoro de Cristo disponible a la “universalidad” de las personas, y en ella se da la riqueza de la plenitud de los dones del Espíritu. Fijaos bien que, en el Credo, la profesión sobre la Iglesia viene inmediatamente después de haber expresado nuestra fe en el Espíritu Santo.

Pero, ¿acaso no tenemos una responsabilidad especial para con nuestra familia, comunidad y nación? Sí, ciertamente. No podemos salvar al mundo si nuestras familias, nuestros vecinos o nuestra sociedad están mal. Sin embargo, la verdadera caridad cristiana no se puede parar aquí. El horizonte de nuestros corazones debe extenderse más allá de nuestras familias y nuestras fronteras patrias. Nuestros corazones no son infinitos como el de Dios; nuestro tiempo, energía y recursos financieros son limitados. Pero cada persona y familia católica que desea ser digna de este nombre debe encontrar algún modo de extender las obras de misericordia aunque sea de manera modesta. No tenemos que ir lejos para darnos cuenta de las necesidades del mundo. Los noticieros, la radio, la televisión y el internet nos traen los sectores necesitados del mundo a casa. Podríamos escribir una larga lista de necesidades que se nos presentan, pero, ¿qué podemos hacer al respecto?

1. Ora. La intercesión es una de las obras espirituales de misericordia. El patrón de nuestras oraciones personales y familiares está establecido por la liturgia de la Iglesia: la oración de los fieles es llamada “Oración Universal”, puesto que presenta las necesidades de la Iglesia y de la humanidad a Dios nuestro Padre. Ora diariamente por las intenciones del Papa, que son universales, y también por las necesidades fuera de las fronteras de tu tierra.

2. Ayuda a los cristianos perseguidos. Alrededor del mundo, muchos hermanos nuestros son perseguidos e incluso martirizados diariamente a causa de su fe. Podemos apoyar económicamente a Ayuda a la Iglesia necesitada y, a través de esta asociación, escribir cartas a cristianos perseguidos o encarcelados. Por medio de internet podemos firmar manifiestos para ayudar a liberar a muchos de nuestros hermanos.

3. Alimenta al pobre. Cáritas os agradece mucho toda la ayuda que podáis dar en dinero o en especie. Sé de otros que colaboráis con organizaciones de ayuda al Tercer Mundo. Todo esto es muy necesario y meritorio.

4. Ayuda a los misioneros. Millones de personas en la tierra no han oído nunca el Evangelio ni conocen a Jesucristo. El Papa Pablo VI escribió una carta apostólica sobre la evangelización en el mundo moderno enfatizando una vez más la necesidad de predicar el Evangelio a todas las naciones. No todo el mundo será llamado a anunciar el Evangelio a países lejanos, pero todos somos emplazados a anunciar el mensaje de Jesús en nuestro ambiente y de ayudar a las misiones de la Iglesia.

Éstas cuatro propuestas quieren ser una aplicación práctica de las palabras de Jesús: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»; de este modo, impulsados por el Espíritu Santo, realizaremos la comunión y la misión en la vida de la Iglesia y trabajaremos para la transformación del mundo.

 

jue

16

may

2013

LIBRO DE MN. JOAQUIM - ATRAÍDOS POR DIOS

Los clásicos Ejercicios Espirituales ignacianos bajo la guía de San Agustín.

Compra online en Bubok
Compra online en Bubok

jue

25

abr

2013

¿Valoras tu puesto en la vida?

Érase dos piedrecitas que vivían en medio de otras en el lecho de un torrente. Se distinguían de las demás por su color azul intenso. Cuando les daba el sol brillaban como dos pedacitos de cielo caídos en el agua.

Muy a menudo conversaban sobre qué llegarían a ser el día que alguien las descubriera: «Nos pondrán en la corona de una reina», se decían una a otra. Por fin, un día alguien las recogió. Durante unas semanas pasaron mucho calor dentro de una caja, hasta que alguien las agarró y las incrustó en una pared, lo mismo que con las demás piedras, poniéndolas en un lecho de cemenzo pegadizo. Lloraron y suplicaron, maldijeron, insultaron y amenazaron, pero dos martillazos las hundieron aún más en el cemento. A partir de aquel día sólo pensaban en huir. Se hicieron amigas de un hilo de agua que de vez en cuando corría por encima de ellas, y las piedrecitas le decían: «Fíltrate por debajo de nosotras y arráncanos de esta pared maldita». Así lo hizo el hilo de agua y, al cabo de unos meses, las piedrecitas ya se movían un poco en su lecho. Al fin, en una noche húmeda, ambas piderecitas cayeron y, una vez en el suelo, miraron hacia la pared que había sido su prisión. La luz de la luna iluminaba un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de colores formaban la figura de Jesucristo. Pero en el rostro del Señor había algo raro: estaba ciego. Las dos piedrecitas lo comprendieron entonces: ahora se daban cuenta de que ellas eran las pupilas de los ojos de Cristo…

A la mañana siguiente, el guardián, distraído, tropezó con algo extraño en el suelo. Se puso a barrer en la penumbra; con la escoba recogió las dos piedrecitas y las tiró al cubo de la basura. ¡Qué final tan triste cuando podría haber sido tan glorioso si las piedrecitas hubieran tenido otra visión! Todos somos como piedrecitas qeu forman parte de un mosaico. ¿Cuál eas tu función en el mosaico en el que estás? Jesucristo tiene un maravilloso plan para cada uno de nosotros. Él tiene un puesto para ti, en el que podrás gozar de la bienaventuranza de ser útil en su obra. ¿No entiendes por qué estás donde estás? Preguntale a Él "para qué" estás. No preguntes "por qué", sino "para qué". Estés donde estés, te darás cuenta de que la mayor satisfacción en esta vida es hacer la voluntad de Dios. «¡Muy bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, yo te daré un cargo mayor. Entra a celebrarlo con tu Señor» (Mateo 25,21), son palabras pronunciadas por el Señor Jesucristo que se harán realidad en tu vida.

sáb

03

nov

2012

¿Valores el teu lloc a la vida?

 

Hi havia dues pedretes que vivien enmig d’altres al llit d’una torrentera. Es distingien de les altres pel seu color blau intens. Quan els hi tocava el sol brillaven com dos bocins de cel caiguts a l’aigua.

Tot sovint conversaven sobre allò que serien quan algú les descobrís: «Formarem part de la corona d’una reina», es deien l’una a l’altra. Finalment, un dia algú les va recollir. Durant unes setmanes van passar molta calor a dins d’una capsa, fins que algú les va agafar i les va incrustar a una paret, igual que amb altres pedres, ficant-les a dins d’un llit de ciment enganxós. Van plorar i suplicar, van maleir, insultar i amenaçar, però dos cops de martell les van enfonsar encara més a dins del ciment. Des d’aquell dia no van pensar en cap altra cosa més que en fugir. Es van fer amigues d’un fil d’aigua que de tant en tant corria per damunt d’elles i les pedretes li deien: «Filtra’t per sota nostre i arrenca’ns d’aquesta paret maleïda». Així ho va fer el fil d’aigua i al cap d’uns mesos les pedretes ja ballaven una mica al seu llit. Finalment, en una nit humida, les dues pedretes van caure i, jaient a ter-ra, van fer una mirada cap al mur que havia estat llur presó. La llum de la lluna il·luminava un esplèndid mosaic. Mil·lers de pedretes de tots els colors formaven la figura de Jesucrist. Però en el rostre del Senyor hi havia quelcom d’estrany: estava cec. Les dues pedretes van comprendre aleshores: ara se n’adonaven que elles eren les ninetes

dels ulls del Crist...
Al matí següent, el guardià, distret, va ensopegar amb una cosa estranya al terra. En la penombra es va posar a escombrar; amb l’escombra va recollir les dues pedretes i les va llençar al pot de les escombraries. ¡Quin final tan trist quan podria haver estat gloriós si les pedretes haguessin tingut una altra visió! Tots nosaltres som com pedretes que formen part d’un mosaic. ¿Quina és la teva funció en el mosaic on ets? Jesucrist té un pla meravellós per a cada un de nosaltes. Ell té un lloc en aquest món per a tu, on puguis gaudir de la benaurança de ser útil en la seva obra. ¿No entens per què ets on ets? Pregunta-li a Ell “per a què” hi ets. No preguntis “per què”, sinó “per a què”. Siguis on siguis, veuràs que no hi ha satisfacció més gran en aquesta vida que fer la voluntat de Déu. «Molt bé, servent bo i fidel! Has estat fidel en poca cosa; jo t'encomanaré molt més. Entra al goig del teu Senyor» (Mateu 25,21) són paraules pronunciades pel Senyor Jesucrist, que es faran realitat en la teva vida. 

 

1 comentarios

FACEBOOK

TWITTER



Free counters!